S.E.C.R.E.T. by L. Marie Adeline

S.E.C.R.E.T. by L. Marie Adeline

autor:L. Marie Adeline [Adeline, L. Marie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-02-18T05:00:00+00:00


8

El verano cubría la ciudad como una gruesa manta de lana. Y puesto que el aire acondicionado del café nunca funcionaba del todo, el único remedio contra el calor era una breve visita a la cámara frigorífica. Tracina, Dell y yo nos protegíamos mutuamente cuando lo hacíamos, para que Will no notara nuestro despilfarro de aire frío.

—Hazlo todo más despacio —me aconsejó Will un día—. Es lo que hacía antes la gente en Nueva Orleans.

—Eso no será ningún problema para Dell —intervino Tracina en tono cáustico, mientras descargaba a mi lado una bandeja de platos sucios.

Me habría gustado culpar al calor de su malhumor, pero no había una auténtica relación entre una cosa y otra. En la radio empezó a sonar una canción de mi nuevo ídolo del hip-hop y subí el volumen, lo que desconcertó a Tracina.

—¿Qué hace una chica blanca escuchando la música de ese maravilloso hombre negro? —preguntó, mientras bajaba otra vez el volumen.

—Soy admiradora suya.

—¿Admiradora? ¿Tú?

—De hecho, me atrevería a decir que conozco bastante bien todas sus cosas —respondí, sin esforzarme demasiado en disimular una sonrisa.

Tracina meneó la cabeza y se marchó. Subí alegremente el volumen de la radio y seguí fregando las tablas de picar. Aunque no podía imaginarme a mí misma entre el mar de admiradoras que Shawn tenía a sus pies, el recuerdo de la fantasía compartida con él aún me hacía estremecer. De vez en cuando me venían a la memoria destellos de mi piel contra la suya o de su cara crispada por el éxtasis, y entonces un escalofrío de excitación me recorría la columna vertebral. Una cosa era fantasear con esa sensación, y otra, muy distinta, haberla vivido y poder recordarla. Por eso S.E.C.R.E.T. era tan maravilloso. Las fantasías estaban creando en mí recuerdos sensoriales que podría conservar el resto de mi vida, para tenerlos a mano cada vez que necesitara un empujoncito. Yo no era una espectadora. Era una participante.

Pero a pesar de todos los momentos fantásticos que había vivido, había empezado a fantasear sobre un tipo de sexo que hasta ese momento no había tenido. Quería… Lo que yo quería era tenerlo todo dentro de mí. Ya está. Cada vez me resultaba más fácil confesarme a mí misma lo que deseaba.

Lo más difícil iba a ser confesárselo en voz alta a Matilda, con quien estaba citada horas más tarde, ese mismo día, en un bar de Magazine Street llamado Tracey’s. El lugar se había convertido en nuestro punto habitual de encuentro, y no sólo porque estaba a unas pocas calles de distancia de la Mansión, sino porque su ruidoso ambiente de bar de deportes nos permitía hablar sin que nadie nos oyera.

Me dije que no dejaría pasar ese día sin preguntarle por qué ninguno de los hombres de las fantasías había querido hacer el amor conmigo. Lógicamente, mi cerebro lo había interpretado como un rechazo, por los temores residuales que me habían quedado de la época con Scott, que tenía una habilidad especial para hacerme sentir como un trapo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.